La tarde entró por la calle
iluminando la sucia acera,
todo el fracaso iba conmigo
deslizándose por las venas.
Me dejaba mecer
por esas derrotas que no nos vencen,
viejas decepciones diarias.
Si quería ir más allá,
debería traspasar el recuerdo
la frontera,
donde te separa la valla.
La tarde declinaba
y movía de sitio a los cuerpos,
los desplazaba,
los planes cambian en la oscuridad;
gato o perro.
Y yo abierto hasta el amanecer
sin derecho de admisión
y todo el mundo entrando
por los agujeros.
Algunos extendieron su momento
y se acostaron.
Una vez calmada la desesperanza
todo vuelve a su sitio,
como una luz puntual en la calle
señalando las nada en punto,
encubriendo el delito
que encierran una decepción.
El blues de las venas abiertas
dejaba sus manchas rojas,
mientras la voz era un susurro
de niño, de loco, insistente.
1 comentario:
Km.0, constantemente.
Deberíamos aprender a traspasar esa valla de los recuerdos; una vez estás en el otro lado, sigue el blues y el canto.
Un abrazo
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