A veces
el vacío me
recorre como una vida paralela.
Como si viviera
al mismo tiempo, en el mismo instante
y tuviera vida
propia, incluso más profunda.
Un vacío que
transita.
A veces estoy
atento
e intento
descifrarlo,
pero cuesta
traducir el lenguaje.
Es como si
copiara en un microsurco
todo lo que
recoge de mi.
Una grabación
continua que no se detiene,
como si quisiera
demostrar en un juicio posterior
todo aquello que
he sido, o lo que no he sido.
Un vacío que
naturalmente no puedo contarlo a nadie;
¿Cómo podría
explicar que convivo con un vacío?
con todas esas
características y otros matices que se escapan.
Uno no puede,
llegado el turno, en una reunión de trabajo,
cuando hay que
decir algo, por recordar que vivimos:
"Tengo un
vacío dentro que vive conmigo".
Quizás alguien
revisaría a cuántas personas ha
contratado, o está pagando.
Uno tampoco
puede, aunque nadie lo impediría, cederle
educadamente el paso al vacío, cruzando una puerta.
O pagar dos
entradas de cine.
Ni explicar en
una comida esa sensación de vacío, salvo que esté instalado en una zona
concreta: el estómago.
El vacío es
propio de los objetos, no de los sujetos.
Pero yo siento
el vacío
por lo que dudo
de mi naturaleza.
Es un vacío que
no admite contenido
y que pasa
inadvertido.
Tampoco puede
uno contarlo en círculos más íntimos.
Si se comparte
con un amigo puede darte el consejo infalible: "cambia de vida".
Si se comenta en
la familia te recomiendan un psiquiatra, además de contarte el gran secreto de
la familia, y es que ya había antecedentes.
Si se explica el
fenómeno a la pareja, piensa que es por ella, o que hay otra, u otro con el que
le engañas, de nombre vacío... de momento.
Ya digo que es a
veces
pero lo siento
y lo interpreto
cada vez de una manera.
Incluso ahora
creo que es él
quien está escribiendo.
1 comentario:
Un gran poema Sterki.
Creo que somos muchos los que lo sentimos, casi cada día.
Abrazo.
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