Está envuelto en un atardecer del extrarradio
cuando los coches cruzan a toda velocidad
por la autopista y sus accesos a la ciudad.
No es allí donde quiero ir
pero es lo que hago.
No robo, no mato.
No soy demasiado valiente ni sincero.
No estoy hecho de calles anchas y separadas,
de edificios equidistantes en medio de la nada.
Oigo a Johnny mientras conduzco
y no sé si estamparme contra un edificio o un quitamiedos perfilado.
Nadie en el asiento de al lado
nadie al lado
nadie.
Y me pregunto:
esas preguntas que surgen con los kilómetros,
con el sol brillando,
o la oscuridad avanzando.
Pregunto a la raya discontinua por su destino
y a la señal de la cuneta si es verdad
que hay un área de descanso
o algo parecido.
Y pienso siempre lo mismo
y me pregunto las mismas cosas
sin ser filósofo
ni un buen conductor.
La carretera no se termina
y la línea discontinua sigue la indicación,
mientras Johnny Cash suspende la voz
bajo el sótano del garaje.
1 comentario:
Exquisitamente bello!
Un placer!
Saludos de brisa desde mis mareas húmedas...
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