Ella se acercó tanto
que parecía nacer de mí.
Me dio de beber su aliento
me envolvió en su niebla,
recogió mis trozos
y los pegó a su corazón.
Construyó una cúpula
donde sólo pasaba el sol
me tomaba entre sus manos
como una frágil ilusión,
cada día era nuestro
y cuando terminaba
lamíamos la tapa.
Ella estuvo tantas veces
que parecía mi respiración,
trajo unas cuantas estrellas
del país de la oscuridad,
puso nombre a la alegría
y deseo al amor.
Me tocaba con la yema de los dedos
donde nadie había llegado,
subimos juntos y bajamos
allí donde nadie quería ir
No teníamos planes
porque no existíamos por separado.
Ella vino de un sitio
del que nunca oí hablar
y se convirtió en nube una tarde
a la que siempre miro desde abajo.