Rescatadora señora Merkel.
Quiero
empezar esta carta presentando mis disculpas. Soy un trabajador español, de
España, ese país que siempre tiene sol y deportistas, y anda la gente alegre
sólo con ver a un amigo, al cual siempre hay algo que contar. Ese país donde no
se piensa demasiado en el futuro, y quien lo hace es para robar a los que no
piensan en el futuro y confían que todo aquel que tiene figura humana es un ser
humano.
Ese
lugar donde se ha pasado del seiscientos al todoterreno, del botijo al agua
embotellada del grifo, de la ducha quincenal al SPA, del abanico al aire
acondicionado, de perder en cuartos a ganarlo todo. En eso sí somos buenos, como
los alumnos mediocres; aprobados en deporte y religión.
Soy de
España, un lugar donde se inventó el autogiro, la fregona, el chupa chup y el
garrote vil.
También
nació Cervantes, Calderón, Cajal, y Miguel Servet y Buñuel, Picasso, Dalí, Berlanga, Fernando fernán Gómez... Santiago Grisolía, Barbacid, Chiquito de la
calzada...
Pues
eso, de ahí.
Tras mis
disculpas, una aclaración: no crea que todos los españoles son como los
presidentes del gobierno. Los presidentes del gobierno que tenemos suelen ser
una consecuencia del temor al contrario. Sí, si. al contrario. Es que aquí
compartimos territorio, pero nos creemos muy diferentes, y los políticos sacan
partido de lo que sea. Y es que nos gusta mucho el teatro, y el drama, pero el
de la televisión, lo de los libros son para los extranjeros que nos estudian y
nos tienen muy "calaos".
Nos
sobran políticos. No podemos mantenerlos. Se han convertido en grandes empresas
de inútiles que inundan de conceptos democráticos sus discursos. Pretenden
perpetuarse hasta la extenuación. Saquear y retirarse dejando una liendre que
eclosionará, para garantizar la incompetencia.
Señora
Merkel. Nuestro presidente le pide dinero y se va al fútbol porque le importa un
carajo la democracia. Los ciudadanos no importamos, sólo aquellos que son como
ellos. Aquellos que sin escrúpulos ni conceptos humanos desarrollados, practican
la intolerancia aferrándose a sus dogmas de fe, viciados por una maraña de
creencias ancestrales, malinterpretadas, o interpretadas
torticeramente.
Exprimen
a la mentira en su licuadora dialéctica hasta que el líquido lixiviado que sale,
lo presentan como una verdad, que por otra parte, cambia como un holograma, y
quien escucha, lee y piensa, cree que está ante un escenario desquiciante donde
los políticos escenifican una parodia continua que lleva al desconcierto
general.
Estamos
tan desconcertados como usted, señora Merkel. Revise a quien le pide el dinero
si cumple su Carta Magna, si cumple sus promesas en campaña, si de vez en cuando
reconoce sus errores y no los presenta como inevitabilidad de las
circunstancias. Si tiene un ápice de honestidad y sobre todo, si aprecia a su
pueblo y es capaz de reconocerlo como algo cercano y no como una
estadística.
Señora
Merkel. Las mentiras del pueblo no son tan graves y cínicas como las de ese
señor que ha llegado a la presidencia con votos desesperados por trabajar. No
tenemos muchas opciones porque aquí no se cerró el asunto de 1936. Tampoco
sabemos como hacerlo, y somos un pueblo que discute mal, haciendo daño, con la
única intención de querer tener razón.
Hace
mucho tiempo que se habla de Europa, pero la gente tiene lio ¿sabe?. No acaba de
entender porqué Inglaterra está fuera del euro, así como otros países de la
unión. La gente sospecha que es una unión de un mercado interesado de piratas
europeos, donde el sistema financiero repartía ron para saquear los
estados.
¿Hacia
qué cosa quiere ir Europa señora Merkel?. ¿Acabaremos gobernados por usted?.
¿Subirán los impuestos a coste europeo y los salarios a precio asiático?. ¿Qué
quiere hacer con nosotros, los pobres de la Europa periférica y soleada?,
incapaces de aplicar el Calvinismo, la ortodoxia Luterana, el Protestantimo
individual y práctico?. ¿Cómo separamos a la iglesia del estado?. ¿Por qué no le
dice al presidente de Iberlandia que tiene que invertir en investigación, en
tecnología en aplicaciones de valor añadido, en ciencia, en crear empresas
capaces de competir por calidad e innovación de producto, entre otros mercados, con el suyo, y dejar de expoliar el
patrimonio medioambiental, social y ético?.
Este señor proviene del resentimiento de tener que aguantar a las generaciones de los vencidos, pobres parias de la tierra, con los mismos derechos en teoría que él y los suyos. Dice que lo que le preocupa es el trabajo, sí, pero el suyo y el de los que le apoyan, financian y jalean, como corte de palmeros que animan en el tablao del congreso. Políticos con escasas dotes pero con mucha osadía, siempre proporcional a la ignorancia. Políticos-familiares, medradores profesionales, felones y traidores propios de una España rancia, hipócrita y encerrada en la endogamia, el nepotismo y la subordinación al mito. Pero sobre todo; inútiles de carrera, con nula vocación de servicio público, ése que denostan pero a través del cual han llegado a ocupar cargo y manutención.
Este señor proviene del resentimiento de tener que aguantar a las generaciones de los vencidos, pobres parias de la tierra, con los mismos derechos en teoría que él y los suyos. Dice que lo que le preocupa es el trabajo, sí, pero el suyo y el de los que le apoyan, financian y jalean, como corte de palmeros que animan en el tablao del congreso. Políticos con escasas dotes pero con mucha osadía, siempre proporcional a la ignorancia. Políticos-familiares, medradores profesionales, felones y traidores propios de una España rancia, hipócrita y encerrada en la endogamia, el nepotismo y la subordinación al mito. Pero sobre todo; inútiles de carrera, con nula vocación de servicio público, ése que denostan pero a través del cual han llegado a ocupar cargo y manutención.
Señora
Merkel. Europa no puede ser un mercado únicamente, de eso se ha dado cuenta,
pero no nos haga un campo de concentración confinándonos con estos siervos del
desastre; deshumanizados y sin medida de la condición humana, salvo cuando lo
humano está a medida de lo que ellos creen o desean.
Los
trabajadores somos un coste. Lo público un cáncer económico, los ciudadanos unos
pobres donnadies que no tienen donde caerse muertos. Y para eso, para caerse
muertos, se está diseñando la "solución final".
Le puedo
asegurar que tenemos otros políticos, pero si no tienen padrino o no son muy
hijoputas: (término que define a la maldad en grado extremo, donde la madre, si quiere a su hijo tal y como es, cobra significado), no prosperan y lo
que es peor: el pueblo no les cree. Porque el pueblo, señora Merkel es variable,
influenciable, y aunque se ha avanzado en educación, queda mucho por hacer en
cuanto a cultura. Aún así, el pueblo no se suicida porque tiene
esperanza.
El
pueblo se sigue enamorando de este territorio a veces cruel y enigmático. El
pueblo tiene sueños a la altura de la irrealidad. El pueblo duerme abrazado a un
paisaje. El pueblo se desangra pero alguien es capaz de donar su sangre. El
pueblo se habla, se lamenta y se entiende. El pueblo se reconoce en una estrofa,
en un orgasmo, en un funeral. El pueblo se seduce en la calle y se sabe de
memoria los mantras del amor. El pueblo parece doméstico pero no hay nada que no
pueda ocurrir a más de 40 grados de temperatura. El pueblo se siente gaseosa y
el profesor Bacterio quiere obtener la fórmula de vivir a costa de los demás. El
pueblo tiene clavado en el lomo, las banderillas lanzadas a escondidas, donde la
punta tiene un detonante con bomba de racimo. El pueblo salió hace un año, tan
solo para dejarse ver, para manifestar que existe, que no creen a los que juegan
a condenar en cómodos plazos. El pueblo señora Merkel, puede ser letal, tan solo
tiene que reconocer y convencerse de quién es el enemigo real. Y lo está
mirando, lo está observando; el padre de familia desahuciado, el parado de larga
duración, el minero enterrado en vida. el maestro denostado, el enfermo crónico,
el estudiante responsable, el niño que toma conciencia de su realidad y empieza
a conocer al mundo de verdad. El que día a día se convence que no tiene nada que
perder.
No nos
compare con nuestros dirigentes señora Merkel. Los ciudadanos soportamos esta
dictadura cada cuatro años y hacemos ver que es una democracia. Y es que a
imaginación no nos gana nadie.
Señora
Merkel; somos víctimas de la avaricia, de la arrogancia, de la prepotencia, de
la mentira, de la especulación y el engaño, de la deshumanización, de la
desfachatez, de la ignominia, del mal gusto y del fascismo disfrazado de
democracia.
Cada
cuatro años votamos a una dictadura, la dictadura de los sinvergüenzas. Siempre
hay excepciones, pero ya le digo, aquí a quien tiene valor cuesta creerle, por
eso en ocasiones lo exportamos a otros países y aquí le hacemos un museo con
dinero público, es decir; para ganancia privada.